lunes, 12 de octubre de 2009

PARA E.


Acostumbran a decir mis amigos, que cuando tú pones tus manos sobre mí reflejas mi enfermedad y me arrastras a la tragedia. Consigues aflorar mi anatema y no puedo levantar el vuelo. Cuando la puesta del sol marca los tiempos, cuando la luna está llena y reluce con más fuerza; consigues romper aquella caja llena de secretos, consigues destripar a este enredado que guarda sorpresas.

Mi mente está en llamas.

Podríamos huir hasta el amanecer en un coche robado; podríamos mirar cien mil veces hacia el Cinturón de Orión. Pero apuesto a que no llegaríamos demasiado lejos antes de que la metamorfosis se apoderara de mí y los tanques de sed de sangre que anhelo se apagaran.

Mi mente ha cambiado.


Nunca fue marco de mi cuerpo la espiritualidad, pero últimamente Dios me gusta, porque cuando mi corazón arde en llamas siento como es Él el que se apodera de mi cuerpo. Y es cuando amanece que el día me cobra su tasa de maldad. Ya he aprendido a guardar el tipo. La mañana es difícil.


Cuando vuelve la luna a ser redonda puedo enseñarte trucos que vuelven tu mente mestiza y pasas de ser una pequeña muñeca y te transformas en un ente horriblemente pasional y tu interior se vuelve ardiente. A esas horas soy el paradigma más afortunado que existe en el mundo.


Sé que es extraño para ti otra manera de conocerme, que crees que nunca sabrás como soy en realidad a menos que vayamos así; convertidos en seres de la noche. ¿Y qué puedo mostrarte que no sea eso? ¿Qué puedes mostrarme tú? Para mí también resultaría extraño conocerte de otro modo. ¿Te atreverías a plantearlo siquiera un día? Tenemos hasta la medianoche… tiempo perdido, y aquí viene la luna así que deja de mostrar lo que ni tú ni yo somos; desnúdate, desnúdame y ahora ya somos monstruos de la verdad.


Sueña oh, soñadora; sueña mientras miras hacia el suelo y yo beso tu espalda. Abre con tus dedos mis manos y deja que ellos rompan los tejidos de tú resplandor y gime, gime mientras se esconden en sus secretos más íntimos. Siénteme, complétame hasta el núcleo, abre tu corazón y deja que sangre para que yo beba de él. Aliméntate conmigo de la fiebre y debajo, tumbada frente a mí, muestra lo que el aullido es capaz de ensordecer. Y qué más dará ya si somos descubiertos por el sonido en la noche.


Mi compañera de juegos, Permíteme arrasar tu estabilidad, quemar tus árboles colgantes. ¿No ves que hace calor aquí?, que todo es violento en este lugar. Tienes una maldición contra la que ya no puedes luchar. El brillo del sol al desplazarse te ciega y solo existe una cura… mis besos de sangre, la picadura del insecto de mi noche, ahora lo que tenemos ya es para siempre… escandalizará a las ancianas, avergonzará a nuestras familias y nos hará gritar para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario